Aunque el Parkinson es una de las enfermedades neurológicas más investigadas, la realidad es que los científicos, o sociedades médicas, todavía desconocen mucha información sobre su origen y eso afecta al desarrollo de un tratamiento más eficaz a la hora de tratar esta patología. Diversos estudios recientes afirman que el Parkinson está relacionado con el sistema inmune, por lo que estudiarlo será clave para prevenir o ralentizar la evalución de esta enfermedad.
¿Cómo afecta el sistema inmune en el Parkinson?
El párkinson es una enfermedad neurogenerativa multisistémica que afecta al sistema nervioso central con la aparición de síntomas motores y no motores. Esta enfermedad no se puede curar aún, y no afecta a todos los pacientes de la misma forma: muy lenta en algunos pacientes o muy rápida en otros, pero se pueden paliar bastante sus efectos. No es una enfermedad mortal, pero sí que afectará a la calidad de vida del que la padezca.
Los síntomas motores más frecuentes son el temblor, la rigidez, la lentitud de movimientos y la inestabilidad postural, entre otros. Antes de que aparezcan estos síntomas, existen algunos indicadores que aparecen unos años antes, como la depresión, reducción del olfato, estreñimiento y trastorno de conducta del sueño REM (ensoñaciones muy vívidas), conocidos como “síntomas premotores”.
A pesar de todos los avances de la neurología, hoy en día se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson, por lo que también se desconoce cómo prevenirla, aunque se cree que hay muchos factores que pueden estar implicados en su desarrollo como factores genéticos y ambientales, el envejecimiento, infecciones virales, etc. Los últimos indicios apuntan a que las reacciones desreguladas del sistema inmune y la inflamación crónica en el sistema nervioso central pueden contribuir al avance de esta enfermedad, como afirma un reciente estudio de la Universidad de Columbia y del Instituto de La Jolla para Alergia e Inmunología (Estados Unidos).
INMUNIDAD, INFLAMACIÓN Y ENFERMEDAD DE PARKINSON
Siempre se ha considerado al Sistema Nervioso Central (SNC) como un tejido “inmunoprivilegiado”, en el que el sistema inmune periférico no podía acceder, sin embargo, se han encontrado evidencias clínicas y experimentales de la relación interactiva entre estos dos sistemas.
El sistema inmune es responsable de la protección del SNC ante infecciones o el daño cerebral. Cuando las células microgliales, que representan las células del sistema inmune innato más importantes en el cerebro, detectan agentes infecciosos y restos de células dañadas, se activan y liberan citóquinas proinflamatorias y otras sustancias que inducen un proceso inflamatorio, aumentando la permeabilidad de la barrera entre los vasos sanguíneos y el sistema nervioso central (barrera hematoencefálica) y permitiendo la entrada de linfocitos T en el SNC.
No solo los agentes infecciosos y restos celulares pueden inducir una respuesta por parte del sistema inmune innato y adaptativo, sino también las proteínas modificadas en el cerebro como la alfa-sinucleína que mencionamos al principio.
En condiciones normales, esta reacción es esencial para eliminar el tejido dañado y restablecer el equilibrio y las funciones normales del SNC. Sin embargo, una inflamación persistente y una activación incontrolada de células del sistema inmune puede ser perjudicial para el SNC y puede iniciar o agravar la neurodegeneración. Es por ello que es importante regular estos procesos en la enfermedad de Parkinson.
Estos descubrimientos son muy importantes para seguir investigando un tratamiento definitivo para esta enfermedad neurodegenerativa. Pero, desgraciadamente son indicios, aun están en fase de desarrollo. La terapia alternativa para el Parkinson que ofrecemos de implantología auricular, es una de las opciones más recomendadas para mejorar la calidad de vida del paciente, como se ha demostrado en estudios realizados a pacientes.
Nuestro tratamiento para el Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas proporciona un efecto favorable y beneficioso sobre determinadas alteraciones provocadas por Parkinson, ya que se consigue en muchos casos un alivio del dolor, una disminución de la rigidez muscular, un fortalecimiento de la musculatura paravertebral -facilitando una postura corporal más fisiológica y una mejoría en el equilibrio-, así como alivio de la ansiedad y otras alteraciones que acompañan a estos trastornos.