Desde el Centro de Medicina Neuro-Regenerativa ofrecemos un tratamiento que puede ayudar a pacientes con enfermedades neurodegenerativas. Sin embargo, hay muchas alternativas como es la dieta equilibrada, los hábitos saludables o hacer deporte con frecuencia que nos ayudarán a mejorar nuestra calidad de vida y bienestar. Teniendo en cuenta esto, un alimento que se debería incluir en la dieta de un enfermo neurodegenerativo es el salsifí, un tubérculo lleno de propiedades que, entre otras cosas, consigue reforzar su sistema inmune.
Origen del salsifí
El salsifí, también conocido como barba cabruna, en su versión de color blanco (Tragopogon porrifolius), se caracteriza por estar cubierto por unos pelitos que se asemejan al de una cabra, de ahí que se le reconozca popularmente por este nombre. También encontramos otra variante de este tubérculo, de tonalidad negra, que destaca por su sabor, comparable al de la nuez, así como por no ser tan fibroso como el blanco.
Se puede encontrar por todo el Mediterráneo, aunque se conoce su origen griego. Desde la Grecia Antigua fue extendiéndose hasta llegar a Andalucía. La especie negra se cultiva especialmente en tierras andaluzas y catalanas, mientras que la blanca se encuentra fácilmente en África y algunas zonas europeas, de manera salvaje.
Aunque se puede conseguir durante todo el año, resulta más abundante durante las estaciones de primavera y otoño. Muchos comparan su sabor con el de la yuca o las alcachofas, describiéndolo como ligeramente amargo.
Propiedades de la barba cabruna para nuestra salud
Cada vez va ganando más popularidad este tubérculo, al conocerse mucho mejor sus beneficios sobre la salud. Cabe destacar su bajo contenido calórico, siendo ideal para dietas destinadas a perder peso. A esto hay que señalar su riqueza en minerales, entre los que podemos encontrar el magnesio, el cobre, hierro, potasio, fósforo, calcio y manganeso.
Es rico en diferentes vitaminas del tipo B, así como en vitamina C, que ayuda a mantener el organismo protegido de agentes externos, reforzando el sistema inmunológico.
Por supuesto que destaca la fibra, especialmente en la versión blanca de este tubérculo. Esta consigue que el paciente sea regular en el baño, previniendo el estreñimiento y sus consecuencias a largo plazo.
Su alta dosis de minerales permite que los huesos permanezcan fuertes, evitando así la proliferación de enfermedades que tienden a desgastarlos. Del mismo modo, el hecho de que contenga cobre y magnesio ayuda a combatir la respuesta inflamatoria del organismo, que se da en diferentes padecimientos, a veces relacionados con patologías neurodegenerativas.
Es importante recalcar su contenido en vitamina A, que es crucial para el buen funcionamiento de los neurotransmisores. Además, esta vitamina, junto a la C, aporta una acción antioxidante, que permite detener el avance de enfermedades que afectan el área neurológica, como ocurre con el Alzheimer o el Parkinson, entre otras.
La vitamina A cumple una función imprescindible en el cerebro, al fomentar la neuroplasticidad. Así, podemos catalogar a este tubérculo como parte de un tratamiento alternativo para las enfermedades neurodegenerativas. En este sentido, encontramos una relación con nuestro tratamiento, que también supone un alivio para los pacientes, ya que les permite reducir la dosis de medicamentos que, en la mayoría de los casos, al producir mayores efectos adversos, también disminuyen el bienestar del enfermo.
Otra de las ventajas que aporta es el control de la presión arterial. Si tenemos en cuenta el estrés de muchos pacientes que sufren Parkinson, Alzheimer u otro tipo de enfermedad degenerativa, al estar consumiendo este tubérculo, rico en potasio, se logra contrarrestar los efectos que tienen el estrés y la ansiedad, típicos de estos padecimientos, en la hipertensión en que derivan.
¿Cómo preparar el salsifí?
Este tubérculo ofrece muchas posibilidades en la cocina. Para su consumo, se recomienda cocer completo, sin pelar. Una vez que se ablande, sí hay que pelarlo y se puede añadir como un ingrediente más en una sopa de verduras. También queda muy bien en purés o cremas, junto a otras hortalizas o vegetales.
Aunque no es sencillo encontrarlo en cualquier supermercado, existen presentaciones que resultan más prácticas, como es la conserva, en donde el tubérculo aparece ya cocido, listo para su consumo. Como cualquier producto de su clase, así como determinadas verduras, es mejor mantenerlo en un lugar fresco y seco. Se puede meter en el frigorífico, dentro de una bolsa de plástico, para que nos dure más.
Para muchas personas resulta atractiva la presentación en forma de chips. Cortándolo muy fino, en crudo, y friéndolo en aceite o en freidora de aire, se hace muy atractivo para muchos paladares, aunque no es la manera más sana de consumirlo. Las hojas que lo acompañan sí pueden comerse crudas, en ensaladas, ya que ofrece también muchas propiedades.
El salsifí es una opción muy apta para combinar con otros tratamientos que traten las enfermedades neurodegenerativas, ya que consigue ofrecer una mejora en los pacientes. Este tubérculo mediterráneo está compuesto por numerosos nutrientes con excelentes propiedades y permite incluirlo en la dieta habitual, como cualquier otro vegetal.
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