In Parkinson, Tratamiento con acupuntura permanente

La detección temprana siempre es clave a la hora de propiciar el éxito de un tratamiento. Sin embargo, en el caso del mal de Parkinson, hay que contar con la existencia de los cuadros de otras enfermedades, que, por sus similitudes, pueden llegar a confundirse. En este sentido, ha de huir del autodiagnóstico, que resulta contraproducente para la prevención, la curación o el alivio de la afección que padezca. Desde Centro de Medicina Neuro-Regenerativa somos partidarios de acudir pronto a especialistas que puedan confirmar, como primer paso para tratarlos, qué enfermedad o trastorno nervioso del movimiento se está padeciendo. A continuación, hacemos un repaso de las claves para diferenciar el Parkinson de otros problemas de salud. Tome nota.

¿Qué provoca el Parkinson?

En primer lugar, vale la pena aclarar cuáles son las manifestaciones externas más notables de esta enfermedad que se produce por las carencias de las células que contribuyen a estimular la generación de la molécula dopamina. A grandes rasgos, el síntoma más destacado es el temblor a la hora de realizar movimientos comunes. Suele comenzar, de un modo progresivo, en las manos.

Debido a esta disfunción motora, los gestos, en general, se van a volver más lentos. Es lo que conocemos como bradicinesia, que está unida a una musculatura que cada vez se muestra más rígida. De hecho, el sentido del equilibrio y la higiene postural van a verse seriamente perjudicados. Incluso pueden llegar a experimentarse complicaciones a la hora de llevar a cabo movimientos automáticos, como los del parpadeo.

Por lo que respecta al habla, puede volverse más suave e inconsistente. Algo similar podemos señalar sobre la escritura. Por último, el déficit de dopamina asociado al Parkinson también se va a hacer notar en el plano psicológico. Se correlaciona con cuadros como los de la depresión y la ansiedad, caracterizados por la inapetencia, la apatía y los sentimientos encontrados.

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Enfermedades con sintomatologías parecidas al párkinson

Son diversas las dolencias que, por la eventual aparición de trastornos del movimiento de origen neurológico, tienden a confundirse con el Parkinson. Por consiguiente, vale la pena describirlas con el objetivo de diferenciarlas correctamente. Se las desgranamos.

  • Temblor esencial. Se trata de una disfunción motora que, al contrario de lo que sucede con el Parkinson, se manifiesta más cuando se hacen movimientos que permaneciendo estático.
  • Parkinsonismos atípicos. Si bien sus primeros compases pueden resultar bastante similares a los del Parkinson, difieren en el fondo y las formas. Por una parte, tienen una mayor incidencia en el sistema cognitivo, la tensión en las arterias, la pérdida del equilibrio y los patrones de movimiento anormales en los ojos. Por otra parte, la sintomatología tiene una degeneración más acelerada. Entre los parkinsonismos atípicos, destacamos la parálisis supranuclear progresiva, la atrofia multisistémica y la degeneración corticobasal.
  • Parkinsonismos secundarios. Dan lugar a problemas fisiológicos, en algunas ocasiones, curables y con consecuencias parecidas a las del Parkinson. Se originan por lesiones tales como un microinfarto cerebral o un traumatismo craneoencefálico.
  • Parkinsonismos inducidos. Son los que no tienen su origen en su organismo, sino que pueden ocasionarse por los efectos nocivos de agentes externos. Han sido detectados, por ejemplo, tras consumir medicamentos para los trastornos de la digestión, antidepresivos, neurolépticos o sustancias tóxicas, como el manganeso, en exceso.

¿Cómo diferenciar el Parkinson de otras enfermedades? Prevención y diagnóstico

Como ha podido comprobar, son variadas las afecciones que pueden ser confundidas con el Parkinson, por lo que, para determinar si alguien realmente está padeciendo trastornos del movimiento por carencia de dopamina, va a ser necesario acudir a un especialista en dolencias los cuadros de los males neurodegenerativos.

Aunque un repaso de la historia clínica y los síntomas va a servir para orientar el diagnóstico, son necesarias más pruebas para distinguir el Parkinson de las afecciones que le hemos presentado en el anterior apartado. En este sentido, remarcamos el empleo de las últimas tecnologías de imágenes biomédicas.

La tomografía por emisión de positrones (PET) es un tipo de neuroimagen que aporta un diagnóstico más preciso, puesto que permite detectar si los mecanismos cerebrales han sufrido alteraciones. Un estudio genómico, por su parte, puede contribuir a descubrir si la predisposición genética del individuo ha tenido que ver en el desarrollo de la enfermedad.

Una vez se tiene el diagnóstico, es el momento de prescribir un tratamiento. Pueden ponerse a disposición del paciente técnicas que combinan la resonancia magnética y los ultrasonidos. Además, descartan el recurso a la intervención quirúrgica.

Por último, el tratamiento alternativo se ha revelado como una opción que logra aliviar los síntomas del Parkinson. Se pone en práctica mediante la aplicación de técnicas como las de la implantología auricular.

En definitiva, el Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas guardan ciertas similitudes que son complicadas de diferenciar. Por lo tanto, la decisión óptima consiste en garantizar su detección precoz por parte de un experto.

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