Desde el Centro de Medicina Neuro-Regenerativa, hoy analizamos en profundidad los factores que unen a la enfermedad de Parkinson con la afección de la vejiga hiperactiva que provoca diversos problemas (físicos y psicológicos) que no siempre se tienen en cuenta por parte de los neurólogos.
¿Qué significa tener la vejiga hiperactiva?
Tener la vejiga hiperactiva implica que el paciente experimente contracciones involuntarias de los músculos de su vejiga, incluso si el nivel de orina acumulado es bajo. Esta circunstancia hace que la persona tenga una necesidad inmediata de orinar y que cuando lo haga expulse una mínima cantidad de orina.
Lo más frecuente es que el paciente ignore si ha vaciado la vejiga totalmente o si tendrá que regresar al baño en breve. Progresivamente, la dolencia se convierte en una sensación que afecta directamente a la calidad de vida de quien la padece.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de la vejiga hiperactiva están causados por una medicación que aumenta la producción de orina o que exige una gran cantidad de agua a la hora de tomársela. Un exceso de cafeína o de alcohol también provoca esta anomalía.
En ocasiones, el deterioro cognitivo asociado a la edad provoca que la vejiga no interprete las señales que recibe del cerebro. Igualmente, tener problemas para caminar derivados de un accidente o una enfermedad neurológica aumenta la urgencia urinaria al ser consciente de que quizá no llegue a tiempo al baño. Otro síntoma habitual es que la vejiga no se vacíe por completo, lo que provoca que se acumule más orina en el poco espacio disponible y que el paciente termine por desarrollar urgencia urinaria.
¿Cuántas veces orina una persona con vejiga hiperactiva?
Los especialistas estiman que ir más de ocho veces a orinar en 24 horas puede ser un síntoma de vejiga hiperactiva. Al mismo tiempo, si el paciente va al baño más de dos veces durante la noche, también se puede diagnosticar que tiene una vejiga hiperactiva. En cualquiera de los casos, es un urólogo quien debe realizar el diagnóstico tras llevar a cabo las pruebas pertinentes.
Vejiga hiperactiva y el Parkinson
Las personas que padecen Parkinson suelen presentar urgencia urinaria y nicturia (necesidad de ir al baño durante la noche). Se estima que ambas alteraciones proceden de una anomalía en la interpretación de las señales que le envía el cerebro a la vejiga. Cabe señalar que no todos los pacientes presentan este síntoma, pero los que lo sufren observan un empeoramiento progresivo a medida que la enfermedad avanza.
Es frecuente que la incontinencia de urgencia, otra denominación de la vejiga hiperactiva, provoque tanto urgencia a la hora de orinar como pequeños escapes de orina. A su vez, la nocturia hace que la persona no pueda descansar correctamente al sentir que tiene que ir urgentemente al baño. En ocasiones, se produce la enuresis (micción involuntaria), lo que conlleva que el paciente vea dañada su autoestima de forma severa y que evite realizar actividades habituales como salir a la calle a pasear o relacionarse con otras personas.
Al tratarse de un síntoma extramotor, no es aconsejable descuidar su atención. La estadística confirma que este problema urinario afecta a entre un 24 y un 96 % de los enfermos. El Parkinson se suele diagnosticar en torno a los 60 años, una edad en la que es frecuente:
- La aparición de la incontinencia urinaria que incluye un goteo previo. El paciente logra llegar al baño, pero antes expulsa una parte de la orina.
- La incontinencia urinaria por esfuerzo (al hacer ejercicio, toser o estornudar). Suele ser ocasional y puede cronificarse a medida que la persona va cumpliendo años.
- La incontinencia mixta que genera goteo tras un movimiento o esfuerzo. En ocasiones, se interpreta como una pérdida de elasticidad del suelo pélvico derivada de la edad cuando es un síntoma de un estado inicial de la enfermedad de Parkinson.
En conclusión, es frecuente que los neurólogos se centren en el daño que provoca el Parkinson en el sistema nervioso, pero que obvien las secuelas para la salud urinaria del paciente. Así, los tratamientos más frecuentes pasan por un cateterismo intermitente que soluciona el problema de manera temporal y que exige la repetición periódica del procedimiento.
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