El Parkinson y no poder andar son dos aspectos que suelen ir de la mano en etapas avanzadas de la enfermedad. Este trastorno neurodegenerativo afecta principalmente el movimiento, haciendo que actividades cotidianas como caminar se conviertan en un desafío.
En este artículo, desde el Centro de Medicina Neuro-Regenerativa, te explicamos cómo afecta esta enfermedad la capacidad de andar y qué opciones existen para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Parkinson y caminar: ¿son compatibles?
Cuando hablamos de Parkinson, una de las primeras preguntas que surge es si la persona podrá seguir caminando. Esta enfermedad afecta principalmente el sistema motor, lo que provoca rigidez muscular, lentitud de movimientos y, en muchos casos, temblores. Estos síntomas pueden dificultar acciones tan cotidianas como caminar.
Según un estudio publicado en la Revista Académica Sociedad del Conocimiento CUNZAC, más del 35% de los pacientes con Parkinson presentan impedimentos para caminar incluso distancias cortas, como 100 metros. Esto demuestra lo común que es la dificultad para andar en personas con esta enfermedad, especialmente en etapas avanzadas.
¿Puede andar una persona con Parkinson?
La respuesta es sí, pero con limitaciones. A medida que avanza la enfermedad, la capacidad para caminar puede verse gravemente afectada. Muchos pacientes experimentan una «congelación de la marcha», un fenómeno en el que sienten que sus pies están pegados al suelo, imposibilitándoles continuar caminando. Esta situación es frustrante tanto para el paciente como para su entorno.
Además, según el artículo citado, los pacientes de Parkinson no solo presentan dificultades para caminar largas distancias, sino que también pueden tener problemas para realizar actividades sencillas como dar una vuelta por la casa. El 35% de los pacientes indicó que a menudo tienen dificultades para moverse incluso dentro de su propio hogar.
¿Cómo puede afectar el Parkinson al andar?
El Parkinson daña progresivamente las neuronas dopaminérgicas en una zona del cerebro llamada sustancia negra, responsable de la coordinación y control del movimiento. La falta de dopamina afecta directamente la capacidad para iniciar y controlar los movimientos voluntarios, como andar. Además, la rigidez muscular que se presenta en esta enfermedad puede empeorar el equilibrio, lo que incrementa el riesgo de caídas.
Otro factor a tener en cuenta es la bradicinesia, que provoca una ralentización general de los movimientos. Esto significa que las personas con Parkinson suelen caminar más despacio y con menos seguridad. También es frecuente que presenten problemas para mantener el equilibrio, lo que puede causar un aumento de las caídas, afectando directamente su calidad de vida.
Para hacer frente a estas dificultades, desde el Centro de Medicina Neuro-Regenerativa, ofrecemos un tratamiento complementario conocido como implantología auricular permanente, una alternativa que puede ayudar a mejorar los síntomas motores del Parkinson.
En conclusión, el Parkinson afecta significativamente la capacidad de una persona para andar, pero con tratamientos adecuados y terapias complementarias, es posible mejorar la movilidad y la calidad de vida de los pacientes. Si usted o un ser querido sufre de Parkinson, no dude en consultar con los profesionales del Centro de Medicina Neuro-Regenerativa para explorar todas las opciones que pueden ayudar a gestionar mejor la enfermedad.
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